Estos últimos meses hemos vivido varias circunstancias económicamente relevantes como consecuencia de la pandemia:
- Restricciones en nuestra capacidad logística.
- Fuerte crisis energética con precios récord de la electricidad en Europa.
- Incremento del precio de los carburantes por la afectación del petróleo, con repercusión en el precio de los transportes.
- Situación grave de COVID en Asia, con sus diferentes olas y variantes, que ha afectado a la producción con, entre otros, cierre de líneas de fabricación y consecuente escasez de producto.
Todo lo expuesto, junto con una cierta rigidez de los mercados, ha desembocado en un aumento de la inflación y un claro impacto en los costes de producción y logística.
La coyuntura ha provocado que los costes de los consumibles y de las piezas de recambio se hayan visto afectados.
Lo hemos ido asumiendo hasta ahora sin repercutirlo en el precio del servicio, con la esperanza de que poco a poco se iría normalizando la situación.
Viendo que ésta no sólo no se normaliza sino que todo indica que todavía tardará un tiempo indefinido en hacerlo, nos vemos obligados a repercutir un cierto incremento en los precios de mantenimiento.